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sábado, 23 de julio de 2011

ley de talles


Cuando yo era pre adolescente, allá por los años 80 en La Plata, atender un local de marca era ser “la Diosa del carnaval” o algo así, como ser “la chica popular o fashion” , aunque ése término no existía en esa época y “diosa del carnaval” suena bien pero no estoy segura  simbólicamente qué significa…
Entrabas como clienta y te miraban con desprecio salvo que fueras con tu mamá.
 Los talles eran ínfimos para una adolescente en pleno desarrollo a la que se le descontrolaron las nuevas curvas. Así que probarse un jean era cuasi patético y si lograbas que te entrara tenías que aguantar la opinión no solicitada de la vendedora que abría la cortina impaciente y, con una sonrisita antipática opinaba que el jean te calzaba mal por que tenías las piernas gordas.
Luego, a la noche ibas al boliche de moda, y te amuchabas como ganado a ver si te “elegían “ para entrar  antes de que terminara la fiesta  mientras la veías pasar a “ella”, LA VENDEDORA, por la alfombra roja, luciendo su figura esquelética y con free pass.
Al pasar mis  años, en plena época de estudio en la facultad de periodismo y comunicación social , cortándome la ropa yo misma en el living de mi casa y decidiendo qué hacer de mi vida, me cruzaba a “LA VENDEDORA” ya en blichongos para más de 25, (por que en La Plata luego de los 25 ya estabas casada y con tres hijos o eras una solterona). La veías fumar apostada en la barra y recordabas sus años de oro pensando que habían quedado en el pasado.
Sin embargo al volver a ir al local descubrías que ahora era LA ENCARGADA y si no le caías bien te echaba a patadas sin dudarlo.
Acá en Buenos Aires no sé cómo era la historia por que las ciudades grandes tienen el placer del anonimato. En La Plata vos eras vos y aquél era aquél y si no cumplías las reglas impuestas por la “revista gente” no existías.
Cuando cumplí 25 y vi que me quedaba soltera agarré mi valija ,  me despedí de mi familia y me vine a “ocultar de ese oprovio” a la gran ciudad. Acá parecía no importar tanto el estado civil y todo era una fiesta. Dejé lo que estaba estudiando y entré en el CBC  , etc, etc, eso ya qué importa.
Recién ahora sale la “ley de talles” volviendo de la nada a un tema que parece descolgado, pero tiene que ver, ya que viví mi adolescencia creyéndome una obesa incomprendida, despreciada por las vendedoras de marcas como si no tuviera derecho e entrar a ciertos locales.
“Es que tenés piernas gordas”
“Es que eso no es para vos” decían mirando desde arriba y mi autoestima seguía por los subsuelos.
Luego tuve local propio y me ocupé muy bien de no seguir aquellos ejemplos terribles pensando más en la gente que en mí producto. Y , aunque me han estallado polleras en caderas de clientas que insistían en que ese era su talle y no otro, me encargaba de pedir disculpas y agrandar talles en lugar de decirles que la prenda no era para ellas.
¿No sería  más feliz de habitar un lugar donde hubiera ese respeto?
Los cuerpos no son cánones establecidos. Todos los cuerpos son distintos, por suerte!! .  Y espero que la nueva ley de talles junto con las marcas y vendedoras comprendan eso, ya que puede haber alguna vendedora de talle grande no?.

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